jueves, 16 de julio de 2009

DESPERTAR FEMENINO


"LAS LUCES Y LAS SOMBRAS DE UNA MUJER,
AMBAS SON PARA ABRAZAR Y AMAR
PORQUE DETRÁS DE ELLAS ESTAMOS ESPERANDO VOLVER A SER"

No hay momento más sagrado que el que sucede en la vida de un Mujer cuando se reivindica a sí misma en soledad y frente a sus ojos como únicos testigos.
La historia puede ser más o menos intensa,
Los aciertos pueden ser muchos o pocos,
Las batallas pudieron dejar más o menos huellas,
El camino puede ser muy transitado o estar recién en sus comienzos...
Lo externo, lo que la rodea y envuelve, la tironea y la busca, la espera y la desea puede estar presente, demandante y agobiante; y sin embargo si ella decide correr hacia su centro, hacia las profundidades más ocultas y luminosas de sí misma su alma se viste de fiesta porque sabe que se aproxima la celebración más antigua del mundo:”La unión de la existencia Femenina por naturaleza”. Aquí la mujer en contacto íntimo consigo misma se da la mano, se abraza, se reconoce y se acepta como verdadera creación animal, se hermana junto a todas las demás y se amiga con todo lo vivido en todas las vidas.
Las Mujeres en determinados momentos nos adentramos en la práctica instintiva y natural, en un ritual mágico y sutil, por lo tanto muy poderoso que nada tiene que ver con lo esotérico o con lo dificultoso, para el cual no son necesarios ingredientes ni pociones.
Todo lo contrario.
Se precisa de la sencillez y la desnudez del corazón. Se necesita de la autenticidad y la total presencia en un tiempo y espacio distinto al cotidiano, diferente al del reloj y al de los sitios conocidos. Se requiere del coraje de abandonarlo todo para ser una con una.
Generalmente nos sumergimos atraídas por un llamado dulce y agudo que no se parece a nada conocido, siendo por eso que lo reconocemos y lo diferenciamos de los demás. Tal vez nos demoramos más o menos tiempo en llegar, tal vez preferimos terminar algunos asuntos en la superficie y en otras oportunidades salimos disparadas de la reunión más importante pidiendo disculpas a los presentes y nada más.
Cada una, cada Mujer lo hacemos como podemos, como sabemos e intuimos.
Pero lo hacemos inevitablemente y en ese instante empezamos a sentir una libertad alocadamente feliz, permitida, amorosa, maternal y muy bien ganada. Es la sensación de tener en nuestro poder el premio jamás canjeado o al que nunca renunciaríamos por nada en el mundo.
Esa es la señal de estar en el camino correcto aunque no lo conozcamos, aunque siempre sea diferente cada vez que sedientas de nosotras mismas y de una referencia interna queremos llegar al manantial del alma.
¿Y que hacemos allí?
...Tanto y nada a la vez.
Allí de donde surge la Energía Vital en imprescindible no hacer las cosas a las que estamos acostumbradas. Allí da lo mismo la edad, la profesión, la ocupación, los roles que llevamos a cabo, las tareas cotidianas, el color de la piel o la cantidad de kilos de más o de menos que cargamos.
En lo profundo y delante de nosotras mismas solo somos nosotras con nuestras luchas, nuestro valor, los amores elegidos y los amores dejados en el pasado, con las pérdidas soportadas y los amaneceres recordados, con las victorias celebradas y las huidas obligadas.
Es en ese gran “Archivo Personal” donde cada una de un modo personal y propio extrae las reservas y las verdades que nos alientan a seguir un tanto más. Mucho más.
Es de donde adquirimos la Paz y la Justicia, la Bondad y la Paciencia, la Resistencia y la Solidaridad, la Ayuda y el Sacrificio. El Amor y la Lealtad, la Humildad y el Coraje. La Vida y la Muerte.
¿Y que lugar es ese?
Cualquiera que nos brinde la sensación de estar en comunión con algo que brota desde el fondo de nuestros músculos y tejidos, desde las entrañas.
Pero igualmente el lugar es lo de menos y la actividad que llevamos a cabo es indiferente ya que puede ser desde una caminata a la orilla del río, un viaje en colectivo, una clase de baile, tomar un café en el balcón de nuestra casa, la lectura de un libro, contemplar a un ser querido dormir; hasta pasar unos días solas lejos de todo, asistir a un seminario, preparar una comida, o simplemente cerrar la puerta de nuestra habitación indicando que queremos pasar un tiempo allí en soledad. El lugar es lo de menos, lo realmente primordial es lo que sentimos, es la transformación que se sucede en nosotras cuando tocamos ese amado escondite de sabiduría.
Puedo afirmar que la vida interna de cada Mujer se manifiesta en dónde se le de lugar, en donde se cree el espacio propicio para que emerja.
No hay un mapa para llegar a ese lugar (porque ya lo sabemos, lo olemos y vibramos con él), no hay ni una sola indicación racional de cómo acceder porque es un espacio en el espacio mismo de la conciencia y a donde por fortuna pertenecemos y tenemos derecho a habitar.
La posibilidad es de todas y de cada una.
La elección también.
Por eso, no temamos al llamado, a encontrarnos en cualquier momento ajenas a lo externo pero dueñas de nuestra esencia porque de hacerlo estaríamos temiéndonos a nosotras mismas ya que desde ese lugar brotamos a la vida y tomamos características y virtudes imprescindibles para la continuidad de la historia. Nuestra historia.
Aceptemos la propia religión del alma y el modo tan delicadamente fuerte de andar por el mundo: subiendo y bajando, bajando y subiendo como lo hace la marea, como lo hacen la luna y el sol, como naturalmente y sin resistencia las aves migran o las flores se abren y se cierran.
Las Mujeres somos la cuna de la humanidad,
Somos la luz y el alimento,
El amor y el continente,
Y somos tan fuertes como un espíritu eterno porque estamos hechas todas de las fibras de todas y eso asegura tanto nuestra continuidad como nuestra Super-Vivencia.
Y no dije Sobre-vivencia porque quiero dejar clara la imagen de la SUPER-VIVENCIA como algo magnífico, como un hecho supremo de tal importancia que la sola expresión rebalse de vida y pasión. Como el hecho por el cual vale mil veces sostener nuestros sueños y nuestros proyectos por muy difíciles que parezcan.
Las mujeres deberíamos darnos realmente cuenta de quienes somos, de lo que significamos como especie, como hembras, como guerreras, como fieras, como bailarinas de una danza sin fin para así poder llevar de una vez por toda una vida profundamente elevada de la miseria del corazón con nuestros caminos despejados y las sonrisas a flor de piel.
Porque ya lo sabemos y porque creemos en esto es que debemos hablar de las huellas del alma a nuestras hijas y a nuestras hermanas para que no se pierdan, para que no se borren con las tormentas ni tempestades, para que las palabras pronunciadas en nuestros nombres las hagan más profundas en la tierra y así dejar un espacio más seguro, un suelo más fértil y unas señales más certeras en medio de la vorágine del camino.
Todas somos el camino y las distintas metas. Todas sabemos instintivamente que existe un lugar que debemos iluminar con nuestra presencia la mayor cantidad de tiempo posible.
Por eso me atrevo a afirmar que cada una de las mujeres que pasamos por este mundo una o muchas veces volvemos la fiel mirada hacia el interior y con la mayor de las responsabilidades nos ponemos de frente, nos miramos, nos reconocemos,
nos contemplamos y alegramos, nos perdonamos, nos reivindicamos, nos mimamos y aceptamos de un modo tan sublime como nadie más puede hacerlo.
Es ese ritual el que justifica la vida misma dándole sentido al pasado y al futuro. Es ese el momento en el que sabemos que hemos hecho lo correcto más allá de los resultados. Es ese momento de gloria y de llanto que nos lava las heridas y nos muestra las verdades del alma; hace un todo de las partes, nos vuelve a mantener unidas a nuestras bases y a las demás mujeres.
Aprendamos y expresemos que los costos de nuestros actos son solamente los que nosotras estamos dispuestas a pagar. Y porque nuestra libertad no esta a la venta ni lo estará es que debemos acercarnos a la fuente y beber de ahí la energía del Instinto Femenino que siempre nos renueva y nos permite sentirnos felices de ser auténticas con los debe y haber de nuestro patrimonio espiritual pero incansables en la búsqueda de una luz tan profunda como eterna que nos guía a cada paso y sin descanso por dónde quiera que vayamos andando.
No tengo más que decir, no por agotado el tema sino porque no hay más palabras en nuestra lengua castellana que puedan tomar las sensaciones profundas y traducirlas a la racionalidad del habla.
No quedan términos para transmitir algo tan maravilloso que solo puede sentirse adentro en cualquier momento y cualquier lugar.
Tal vez algunas prefieran llamarla Magia, o tal vez se la pueda llamar Alquimia ya que algo se transforma. Pero no hay doctrinas ni maestros que enseñen a atreverse a ser una misma. Eso nace en toda mujer cuando es el momento. Y yo a eso prefiero llamarlo simplemente: DESPERTAR.
Gracias por estar presente y formar parte activa de la apertura de Puentes Espirituales.
Lic., Coach y Fdora para la evolución: MA. PAULA MÁXIMO

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